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Lo cierto es que la falta de talento daría no para una columna de opinión, sino para un libro entero. Porque no tan solo en el sector metal de Cataluña hay desafíos en torno al talento. Esto es un escenario que ha cambiado en prácticamente todos los sectores.
Para empezar, las personas jóvenes tienen unas motivaciones distintas a las generaciones anteriores sobre la percepción de lo que un trabajo aporta frente a lo que una persona lo hace al mundo laboral.
Por otro lado, hay desproporción entre los salarios, el coste de la vida, la vivienda, y, a la vez, el uso de la retribución. ¿Cuántas veces salían nuestros padres de restaurante o el fin de semana hacían una escapada a Roma? ¿Por qué los jóvenes prefieren invertir en “vivencias” antes que en una residencia? No lo juzgo, sino que lo pongo sobre la mesa para dejar claro que las circunstancias han cambiado.
Tampoco pasa desapercibida la falta de orientación en la educación primaria y secundaria, donde no se muestran los oficios industriales. ¿Qué niño sabe lo que es un torno, una fresa o una matriz? Si bien todo el mundo sabe lo que es un médico, porque está en su día a día.
Para terminar, el nivel formativo ha bajado muchísimo, y lo ha hecho por diferentes motivos. Un profesional de 24 años de hoy nada tiene que ver con uno de esa misma edad de hace cuarenta años.
No obstante y afortunadamente, se está trabajando muy bien el ámbito de la formación profesional, y actualmente se han conseguido poner en valor nuevamente los oficios y la formación práctica.
Las familias son conscientes de que la asistencia en casa de alguien para tareas de fontanería, carpintería, electricidad o herrería es necesaria y, por tanto, ven con buenos ojos que sus hijos e hijas estudien un oficio manual. Hoy día todos ellos son trabajos bien valorados. Y es que la percepción ha cambiado mucho en los últimos tiempos: años atrás parecía que todas las personas debíamos estudiar abogacía o medicina o banca para tener un futuro digno.
A la vez, se ha mejorado, aunque no lo suficiente, la orientación en las ferias de Formación. En esta tarea resulta importante el apoyo de los entes sociales. Son claves para la difusión de este mensaje. Y por entidades sociales entiendo patronales, sindicatos, asociaciones o fundaciones, entre otras. Su labor es crucial, por ejemplo, cuando imparten charlas con el fin de mostrar que la FP es una opción real y no una de segunda.
Por otra parte, el papel de las familias y la escuela primaria también es un vector decisivo. Es importante que veamos las habilidades de nuestros hijos y que no pretendamos que cuando crezcan sean lo que a nosotros nos gustaría. Porque los estudiantes del colegio quizás acaben trabajando en algo que todavía no existe. Dicho esto, quizá, más que pensar que no hay talento, deberíamos cuestionarnos si este se está desarrollando donde no debería. Ya sean perfiles universitarios, artesanos o sin estudios.
Para concluir, me gustaría lanzar un mensaje de esperanza: debemos seguir formándonos y aprendiendo. Siempre podemos reorientarnos. En DICOMOL nos llegan, día tras día, personas de todas las edades para hacer sus prácticas y las superan con éxito.
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Este artículo aparece publicado en el nº 9 de Metales&Máquinas pág. 41.