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UNESID, la asociación empresarial de la siderurgia española, acaba de celebrar su 54ª Junta General con su presidente, Bernardo Velázquez, al frente, en un evento que contó con las intervenciones de Gregorio Izquierdo, director de Economía de CEOE; y Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano. Ambos expertos compartieron con los asistentes sus respectivas visiones, en un momento convulso, sobre las perspectivas económicas de España y Europa en el nuevo tablero geopolítico.
En cuanto a la actividad sectorial, el presidente Velázquez destacó la recuperación vivida por la industria siderúrgica durante la mayor parte del ejercicio 2021, que en el último trimestre del año chocó contra la subida del precio de la electricidad. En octubre pasado, el sector se enfrentó a un coste eléctrico que rozó los 200 euros por MWH de media mensual, y desde ahí se ha mantenido entre los 187 euros de mayo y los 283 euros de marzo.
Sin embargo, durante el encuentro, la asociación dejó claro que la industria siderúrgica es un sector “altamente electrointensivo que no puede sostenerse cargando con costes energéticos de esta magnitud”. Este encarecimiento ha sido consecuencia de la escalada de los precios del gas y de un inadecuado diseño del sistema de fijación de precios. Al ser un mercado regulado, el Gobierno ha puesto en marcha distintas medidas, “y la última de ellas de topar el precio del gas para la electricidad aún no ha demostrado el efecto esperado”.
Por otro lado, el presidente de UNESID llamó la atención sobre el hecho de que la energía, la transición ecológica y el medioambiente están detrás de una profusión de regulaciones generadas en el último año. Unas provienen del ámbito comunitario y otras son nacionales, como los diferentes RDL para paliar los efectos de la guerra o controlar el precio de la energía. A todo ello hay que sumar, en otra área, la reforma laboral de 2021, que podría completarse ahora en una segunda vuelta. Bernardo Velázquez, tras señalar todos estos vaivenes, reclamó que “es necesario contar con estabilidad regulatoria para facilitar la inversión, imprescindible en los próximos años, permitiendo a las empresas hacer previsiones y tomar decisiones informadas”.
A pesar de los obstáculos, en 2021 el sector logró recuperar la producción de acero, aumentando la cifra en un 28% hasta los 14,2 millones de toneladas, impulsada por la recuperación de los sectores consumidores, sobre todo de la construcción y de los bienes de equipo, mientras que la automoción, afectada seriamente por la crisis de suministro de semiconductores, redujo su demanda de productos siderúrgicos. El año pasado el consumo aparente fue de 13,1 millones de toneladas.
Y, respecto al reciclaje del acero, la industria siderúrgica española recicló en sus hornos, en 2021, casi un 22% más que en el ejercicio precedente, alcanzando los 11,1 millones de toneladas de chatarra convertidas en nuevos aceros, la cifra más alta del último lustro. Además, realiza un uso eficiente de los recursos hasta aprovechar casi el 80% de los residuos y subproductos que genera en sus procesos, con una ratio de recirculación de agua superior al 90%. Un dato más para acabar: cada tonelada de acero producida en España conlleva unos 7 euros en inversiones medioambientales.