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En la Asamblea Electoral de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales del Metal, Confemetal, celebrada en Madrid, José Miguel Guerrero ha renovado su mandato como presidente de la organización por un período de otros cuatro años, tras ser el único candidato en las elecciones de la Confederación.
Guerrero sustituyó hace cinco años en la presidencia de la organización a Antonio Garamendi y confirmó su cargo en las elecciones celebradas un año después, en 2019, convirtiéndose en el cuarto presidente de la organización tras Carlos Pérez de Bricio, Javier Ferrer y el propio Garamendi.
Guerrero se propone seguir reforzando en este nuevo periodo la presencia institucional y social de Confemetal en representación y defensa de los intereses de la Industria, el Comercio y los Servicios del Metal, y ser vector decisivo de desarrollo para el Sector del Metal, para su estabilidad y su competitividad.
El presidente se ha propuesto nuevas exigencias en los ámbitos en los que se juega el futuro del sector: la formación, la investigación, el desarrollo y la innovación, la digitalización, la fiscalidad, la flexibilidad laboral, la racionalidad energética, la sostenibilidad, el desarrollo de las infraestructuras, la promoción exterior y el apoyo a la internacionalización, y, sobre todo, la existencia de un marco legal estable y favorable para la actividad industrial decisiva para el conjunto de la Economía Española y el progreso social.
Junto a la Asamblea Electoral, Confemetal ha celebrado su Asamblea Ordinaria anual en la que se ha repasado la actividad del ejercicio 2022 y se han avanzado los retos a los que se enfrentan la industria, el comercio y los servicios del metal en el presente año 2023, marcado por un largo ciclo electoral que arranca formalmente en mayo y se cerrará en diciembre. Y ello, en un momento en el que, tras la crisis sufrida, deben afrontarse reformas imprescindibles, para provocar un punto de inflexión en la economía española que permita recuperar una senda de crecimiento sólido y continuado.
En esa encrucijada, la Industria es la actividad que mejor puede nuclear un modelo de crecimiento, sostenido y sostenible, firme y capaz de generar la riqueza que permita mantener un estado del bienestar eficiente y perdurable.
Los últimos años de crisis en la Industria han deteriorado carteras de pedidos y cuentas de resultados, han frenado la creación de empleo y, en algunos casos, han abocado a la desaparición de empresas y a la reducción de segmentos de actividad. Pero la industria y sus servicios asociados son el primer motor de la productividad y el progreso de una sociedad, el sector más capaz de transmitir dinamismo y competitividad al conjunto de la economía.
Hoy la Industria debe asentarse sobre la innovación y el conocimiento, el impulso de la inversión en infraestructuras, el compromiso con el desarrollo sostenible y el suministro de energía seguro y competitivo. Además, necesita de la aplicación de políticas horizontales -como la laboral, la educativa, la fiscal, la medioambiental o la de competencia- decididas, alejadas de prejuicios, asentadas en la realidad de la sociedad a la que deben servir y adaptadas a la dinámica de los mercados globales en los que las empresas compiten. Con similares problemas y necesidades a los que sufría antes de la crisis, la Industria necesita que la sociedad asuma que en su actividad está la base económica del proyecto de país que España demanda.