Revista
Sin ánimo de lucro, promueve servicios, informa, asesora, fomenta la formación y la promoción internacional y gestiona los temas de interés común profesional de sus socios. Su presidenta es Alicia Bosch i Palma, quien en su faceta de empresaria es directora general de Muelles y Resortes Bosch, un servicio de fabricación de muelles industriales, compresión, tracción y torsión.
Con motivo de este especial en relación a las fortalezas del sector en la región Metales y Máquinas ha querido entrevistarla. El objetivo: conocer su perspectiva y, por tanto, la de la entidad que representa, en relación a cuestiones como la actualidad del sector metal en Cataluña, las principales líneas de actuación de la patronal o las tendencias de presente y de futuro que ya están definiendo y definirán el sector.
Alicia Bosch i Palma: El CM se constituye en 1961. Su razón de ser nace de la necesidad de unas empresas de sentirse acompañadas, de compartir las vicisitudes del sector y, sobre todo, de hacer frente a unas necesidades concretas que se estaban dando por aquel entonces, como la falta de profesionales, la defensa de los intereses comunes, y la incipiente regulación laboral.
Su valores y su misión siguen siendo los mismos que en su momento fundacional: la defensa de los intereses sectoriales, la representación en los diferentes espacios institucionales (ya sean públicos o privados), acompañar y ofrecer a las empresas todos aquellos servicios necesarios para la mejora continua, el crecimiento empresarial o la competitividad del sector. Si bien, como no podía ser de otra forma, este acompañamiento y gestión de las necesidades empresariales se ha ido adaptando a los tiempos. Porque, evidentemente, la realidad empresarial de hoy es muy distinta a la de los años 60.
A.B: Pues más que hablar de hitos, me gustaría hablar de retos. Y, al tratarse de una organización empresarial, podemos reconocer sin ninguna duda que los retos van en paralelo a los de nuestras empresas asociadas. Los avances tecnológicos, los retos en descarbonización, la digitalización de la sociedad en general y de las empresa en particularidad, el constante incremento en la regulación…
En este contexto, las empresas nos tienen a su lado y seguimos generando en ellas la confianza de avanzar juntos. Sin ir más lejos, la situación que se vivió durante la Covid puso de relieve la importancia y el valor de estar asociado a una organización empresarial, porque las empresas nos tuvieron a su lado a cada momento para gestionar un día a día cambiante.
A.B: Pues seguimos con los retos... Hoy por hoy, las empresas debemos tener un margen de resiliencia y una capacidad de adaptación importante, por decirlo suavemente. Y es que la globalización, si bien nos ha abierto muchas oportunidades, tiene también sus debilidades. Todo esto conlleva estar más expuestos a circunstancias que ocurren en cualquier parte del mundo derivadas de la geopolítica.
De este modo, la creciente normativización, en parte derivada por pertenencia a la UE, y en parte por nuestro propio estado o CCAA, son elementos que las empresas deben conocer e incorporar en su gestión y estrategia. Así, estamos al tanto de las tendencias en innovación tecnológica y ofrecemos opciones a las empresas para su implantación, así como la formación necesaria para hacer frente a todos estos retos y anticiparse.
Y, por supuesto, otra de nuestras líneas de actuación es la defensa del valor de la industria en aquellos foros donde estamos presentes. No nos cansamos de insistir en el valor que supone tener una industria fuerte y sólida, y eso se pone de manifiesto en algunas líneas de actuación en las que estamos trabajando. Una organización empresarial tiene y debe ser resiliente, además de disponer de una capacidad de adaptación constante.
A.B: Las tendencias de las que podríamos hablar afectan a la industria en general. Pues, toda la industria en general, y la manufacturera en particular, debe necesariamente adaptarse a los retos tecnológicos. En esta línea, debemos trabajar para hacer frente a los retos derivados de la descarbonización y también para implementar toda la innovación posible con el fin de que nuestras empresas sean más competitivas.
Sin embargo, y a pesar de la voluntad y el mucho trabajo realizado por parte de las empresas de nuestro sector, no siempre es fácil. A menudo estos retos suelen tener costes elevados y se enfrentan a la poca empatía y agilidad administrativa por parte de la administración pública. Además, no hay que olvidar que tenemos un país de pequeñas y medianas empresas. Demasiado a menudo se legisla pensando en grandes empresas, lo que no ayuda en absoluto a facilitar la transformación en las industrias.
A pesar de ello, la industria catalana tiene un peso muy relevante en el conjunto de la industria española, con una vocación internacional y exportadora por ADN. No olvidemos que Catalunya supone, de forma recurrente, más del 24% del volumen de exportación del conjunto del estado español, siendo el sector del metal el principal junto al sector químico. Alguna cosa estaremos haciendo bien, a pesar del entorno.
A.B: Pues, además de los retos tecnológicos, yo pondría de relieve dos líneas de actuación que, aunque de forma recurrente se trasladan en los espacios de representación empresarial, no trascienden a la opinión en general. Y mucho menos a quien tiene altavoz suficiente para contribuir en positivo.
Por un lado, tenemos una grave problema de falta de personal cualificado para incorporar a la industria, y eso a pesar de las propuestas de cambios en formación profesional. La industria no es atractiva a los jóvenes, que prefieren a menudo apostar por formaciones relativas a sectores que consideran más apetecibles, pero sin un futuro laboral claro detrás. Aquí las empresas tenemos un reto importante para contribuir a atraer nuevas generaciones a incorporarse a la industria, pero la administración pública no ha estado a la altura de las necesidades.
Y otro reto, no menor, para trabajar en la defensa de la industria y de la empresa en general, es abordar de forma clara el hecho de que hay un lenguaje institucional contrario a las empresas y los empresarios. Las empresas siguen siendo cuestionadas. Siguen generando anticuerpos por sistema y siguen siendo penalizadas de forma legislativa, fiscal y política. Y todo ello pese a que siempre se habla de que la política industrial está en la agenda política. Resulta difícil apostar por los retos tecnológicos de forma individual cuando, de forma institucional, se generan condicionantes que van en contra de la competitividad.
Aquí sí tenemos un gran reto. En este sentido formar parte de una asociación como Centre Metal·lúrgic puede ayudar para la defensa de la industria y la empresa en general. Pero créame, genera mucho desgaste tener que estar constantemente en modo defensivo. Necesitamos de forma urgente la complicidad de la administración pública para la defensa real de la empresa. Con ella podríamos abordar de forma seria temas como la lacra del absentismo o la baja productividad.
A.B: A lo largo de la historia, los cambios y, en especial los tecnológicos, han generado expectación en primer lugar, y reticencias en segundo lugar. Sin embargo, la realidad después se ha ido ajustando y permitiendo que las innovaciones (aplicadas a cada sector, actividad o ámbito social) se adapten para que la tecnología nos sirva para avanzar como sociedad. Cierto es, y no es un tema menor, que a menudo la regulación de los avances tecnológicos va a remolque de la propia tecnología. De forma que los cambios tecnológicos afectan a nuestras empresas, y esto es una realidad. No hemos de olvidar que las empresas del sector, así como todas las demás, forman parte de una sociedad.
No vivimos en otro planeta, así que, como parte de esta sociedad, estamos obligados a adaptarnos a todos los cambios tecnológicos que vayan llegando. Eso sí, las empresas deben considerar qué tecnologías pueden beneficiarlas; cuáles pueden suponer mejoras en la productividad, en el desarrollo de nuevos productos, en la gestión de sus equipos o en la relación con sus clientes. También velar por tener la formación adecuada para la incorporación de estas tecnologías. Y lo más importante, por la igualdad de oportunidades. Aquí el papel de las organizaciones empresariales es ser facilitadoras de las herramientas necesarias para poner en conocimiento de las empresas los recursos disponibles. En cuanto al papel de la administración pública, pasa porque esta sea facilitadora del acceso a ellos.
La IA o cualquiera de las nuevas tecnologías derivadas de la Industria 5.0 no son, por si mismas, objeto de preocupación. Es más, deben ser objeto de explorar oportunidades. De ahí la necesidad de fomentar el talento y la retención del mismo, pues no podemos abordar los cambios tecnológicos sin los equipos necesarios para afrontarlos. Claro que las nuevas tecnologías van a generar que desaparezcan algunos perfiles profesionales, pero es que se van a necesitar nuevo perfiles profesionales.
La implantación en nuestras empresas es lenta. Hay tecnologías que en determinados departamentos son más fáciles de incorporar, y en otros, sin embargo, hacen falta inversiones que no siempre son fáciles. De ahí el papel de lobby que debemos jugar las organizaciones empresariales y la complicidad necesaria de la administración.
A.B: La clave se encuentra en la diversidad de los diferentes subsectores que engloban el sector del metal, abarcando desde la fundición hasta la fabricación de instalaciones eléctricas, bienes de equipo, máquina-herramienta, fabricación de electrodomésticos o fabricación de componentes, más allá de la fabricación de vehículos y los elementos de transporte.
Más de 200.000 empresas están implicadas en el sector y más de 1.500.000 personas trabajan en él. Todo ello nos sitúa en un escenario donde la industria del metal, en general, implica de forma transversal a buena parte del tejido industrial de España, lo que conlleva a preguntarse cómo no podemos contar con una mayor complicidad política. Y en Catalunya el sector del metal sigue siendo, junto al sector químico y agroalimentario, sector principal de actividad industrial, y sectores exportadores netos.
Por otro lado y con respecto a nuestra realidad más cercana, en el Vallès, donde nos situamos, tenemos empresas del sector del metal que representan un 32% de las empresas del metal de toda Catalunya: además, en conjunto, el sector industrial del Vallés en términos de VAB y población sería el equivalente a Vizcaya. Con este escenario, claro que tenemos margen de mejora, pero seguimos insistiendo: sin capital humano e implicación real de los gobiernos respectivos se hará muy difícil aumentar el peso de la industria en los sectores económicos. No podemos obviar que los territorios con un sector industrial fuerte generan puestos de trabajo de alto valor añadido, mayor estabilidad laboral y mayor nivel retributivo. También retienen mejor el talento. Para reflexionar, ¿verdad?
A.B: La máquina-herramienta forma parte, y no menor, de los distintos subsectores de la industria del metal, y estoy convencida que, en buena medida, es más receptora en la aplicación e incorporación de las nuevas tecnologías. La conectividad de la máquina-herramienta, la aplicación de la visión artificial, y la robótica en particular, con especial atención a la robótica colaborativa, ya hace tiempo tienen el foco de la innovación en estos avances. De hecho, es un sector clave y necesario en las mejoras de la industria metalúrgica en general, pues la optimización de los procesos industriales de manufactura y la automatización de los mismos pasa por esta incorporación en aras de una mejor competitividad y productividad.
A.B: Me remito a lo comentado antes. La industria en particular y todos los sectores en general, necesitan de una apuesta clara por la formación, pero ajustada a las realidades de la demanda del mercado laboral. No podemos seguir ofreciendo más plazas de gestión deportiva cuando nos faltan profesionales en programación de la producción. Y este es solo un ejemplo muy básico de lo que está pasando... Por otro lado, hay que hacer un esfuerzo colectivo para acelerar la implicación de los jóvenes en la industria. Eso sí, si queremos ser un país con industria fuerte y un país de servicios, tengamos claras las consecuencias.
A.B: Este año estamos recibiendo más solicitudes de ofertas y menos candidatos. Si bien es cierto que siempre hemos tenido perfiles de los que recibíamos pocos candidatos, y más en concreto de oficios (como carpinteros, mecánicos de automoción, matriceros, fresadores). No obstante, en estos últimos meses hemos notado una menor entrada de currículums para todo tipo de perfiles, incluyendo para puestos de administración o técnicos. En general está costando más cubrir las ofertas por la poca entrada de currículums.
A.B: Desde hace varios años los temas de medio ambiente y energéticos han ido ganando protagonismo. En cuanto a nuestro sector, lo cierto es que hay empresas intensivas en consumo energético, por lo que desde el centro hemos estado siempre al lado de nuestros asociados en estos últimos tiempos para intentar optimizar sus consumos energéticos. También para propiciar opciones y estudios de ingeniería que ayudaran a soportar el disparate que suponían estos costes.
Además, como miembros de la UE, nos afecta una ingente cantidad de normativa de medioambiente que tiene mayor o menor impacto en nuestras empresas. Aguas, residuos, componentes químicos, materiales, plásticos… A ello hay que sumar que, en algunos casos, en la trasposición nacional se ha aumentado el margen de regulación y exigencia normativa. Y en Catalunya, en este aspecto, hemos sido especialistas en aumentar exigencias donde no era necesario. La conclusión es un exceso de regulación y exigencias a las empresas que acaban trasladándose en costes añadidos. De ahí la preocupación que hay en las empresas cuando, en los mercados, compiten en desigualdad de condiciones con productos que no asumen esta regulación. Pero eso sería objeto de otra entrevista.
A.B: Mis deseos serían para la industria en general, porque estoy convencida que la industria implica un mejor bienestar colectivo.
Lo primero que pediría es que los distintos gobiernos fueran facilitadores, pero de verdad, sin tantos planes estratégicos, ni políticas sobre el papel. Que hubiera un apoyo real y cuantificado a la industria, con ayudas inmediatas cuando fuera el caso y que los gobiernos dejaran de tomar decisiones con interés político y a corto plazo, y tuvieran la valentía de tener mirada a largo plazo.
También pediría que la administración pública fuera ejemplo de eficacia, simplificación administrativa y digitalización y que se facilitara como objetivo estratégico de país el aumento del tamaño de nuestras pymes, y que se racionalizaran los costes que asumen las empresas, y en especial, los fiscales y laborales. En definitiva, que la industria en general estuviera en torno al 40% de la actividad económica.
A.B: Por seguir trabajando, apostando y defendiendo el sector. Por desear que las circunstancias geopolíticas no interfieran demasiado y que, en cualquier caso, sigamos con actitud positiva y adaptándonos. Y, como no podría ser de otro modo, que las empresas sigamos teniendo al lado al Centre Metal.lúrgic para sumar y multiplicar.
---
Este artículo aparece publicado en el nº 9 de Metales&Máquinas págs. 24 a 28.